A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire
Que no daría yo por la memoria
De que me hubieras dicho que me querías
Y no haber dormido hasta la aurora,
Desgarrada y feliz.
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo.
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar.
La vida es corta.
Y aunque las horas son tan largas,
Una oscura maravilla nos acecha,
La muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor...
La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo
Tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
¿En qué reino, en qué siglo,
bajo qué silenciosa conjunción de los astros,
en qué secreto día que el mármol no ha salvado,
surgió la valerosa y singular idea
de inventar la alegría?
JORGE LUIS BORGES
La juzgo tan eterna como el agua y el aire
Que no daría yo por la memoria
De que me hubieras dicho que me querías
Y no haber dormido hasta la aurora,
Desgarrada y feliz.
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo.
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar.
La vida es corta.
Y aunque las horas son tan largas,
Una oscura maravilla nos acecha,
La muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor...
La dicha que me diste
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo
Tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste,
Esa vana costumbre que me inclina
Al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
¿En qué reino, en qué siglo,
bajo qué silenciosa conjunción de los astros,
en qué secreto día que el mármol no ha salvado,
surgió la valerosa y singular idea
de inventar la alegría?
JORGE LUIS BORGES
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